| ’Primeras veces’. SibylilinePara cualquier aficionado al erotismo Primeras veces es… una primicia. Dentro del universo imaginado por Sibylline, los personajes principales son únicamente mujeres. Hasta la pasiva y futurista “muñeca hinchable” puesta en escena por Rica está dotada de pensamiento y se mofa del hombre que cree dominarla.
Pero si las diez historietas de Primeras veces emanan de la imaginación de una sola guionista, las imágenes que las subliman provienen tanto de hombres como de mujeres. ¡Éstos, sin embargo, no pueden evitar expresar su libertad estilística y su talento dentro del marco impuesto por Sibylline! La obligación puede parecer banal pero se revela diabólicamente excitante: cada una de nuestras heroínas descubre –por primera vez– una nueva “cara” inesperada o largamente deseada de su líbido.
Gracias al dibujo, todos los fantasmas pueden desarrollarse libremente, ya que para concebir el presente conjunto de historietas, Sibylline ha extraído de sus cogitaciones licenciosas una selección de fantasías que “sonrojan las mejillas”.
Es pues, una selección forzosamente subjetiva, pero siempre subversiva y pícara que el lector, ¡voyeur forzado!, está invitado a recorrer. Éste se encuentra con una página completamente licenciosa por aquí, una serie de frases crudas por allí, un poco más adelante con detalles gráficos sin equívocos aunque disimulados en el seno de una página en apariencia inofensiva.
Según los gustos, uno se rezagará en la escena de la depilación íntima, otro en las secreciones vaginales o en el triolismo, el intercambio de parejas, el rol del olfato, la sodomía o los juguetes sexuales: ya sea un simple vibrador o un arnés de manejo más sofisticado.
La variedad de los lugares es también… de rigor. Sibylline y su banda nos conducen al hotel, a una sala de bar después del cierre, a un club especializado o a la cama de un dormitorio. El panorama ofrecido cubre todos los aspectos del erotismo femenino, de la sumisión moderna a la “pérdida” de la virginidad, pasando por la bisexualidad o el placer solitario. ¡Huelga decir que la diversidad de puntos de vista, de posiciones y de situaciones, satisface tanto al lector más desvergonzado como a la lectora más exigente!
Sin embargo, Primeras veces no es un fastidioso catálogo de experiencias sexuales dispensadas como una pesada lección científica. Al contrario, se trata de un paseo sorprendente y divertido a través de un decálogo de diálogos e imágenes turbadoras. Son testimonio de la ironía las páginas cofirmadas por Dominique Bertail o Jérôme d’Aviau.
De todos modos, a pesar de su originalidad, las diez historietas de Primeras veces respetan las reglas inmutables – y sin duda eficaces– del género erótico, ya se deslice sobre una novela, una pantalla o un cómic.
Las aventuras eróticas –y particularmente las que aquí se incluyen– deben responder a criterios ampliamente demostrados. La sexualidad sirve, evidentemente, de tema principal. Y cuando se emplea la forma libresca, la intriga debe ir in crescendo: es así como la heroína descubre su cuerpo o el de los otros, antes de, por ejemplo, juguetear siempre con más audacia o más compañeros. Desde siempre, los mejores artistas, pintores y escritores se han encontrado con esta exigencia, algunos una sola vez, como desafío, otros repetidamente, por gusto pronunciado.
En definitiva, un cómic erótico logrado debe poder entrañar todo aquello que lo compulsa en un mundo que no le es familiar ni en sueños. Todo el arte de un gran guionista y de su comparsa ilustradora consiste en que cualquiera se pueda identificar con las peripecias de una virgen de una mujer madura y desvergonzada o de una burguesa de apariencia timorata. El álbum libertino debe, sin duda, subscribirse a un objetivo físico: no puede dejar indiferente.
Su eficacia se debe a las reacciones más o menos fuertes que experimenta, con placer, el cuerpo de la lectora o del lector… que termina a menudo de leer la ficción con una sola mano.
Sibylline se inscribe así en un cierto tipo de mujeres –y no pocas si nos remontamos a Safo– que han enriquecido la copiosa historia del arte erótico. Aunque se haya tenido que esperar hasta principios del siglo XX para que emergieran numerosas competidoras, un amplio grupo de amazonas se suelta entonces, embelleciendo los amores entre mujeres, antes de que llegue el reinado de las más explosivas Anaïs Nin, Colette y más tarde de Dominique Aury con Historia de O o de Emmanuelle Arsan con Emmanuelle. |
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