¿Existe alguien que haya sido capaz de capturar la inteligencia reflexiva de George Harrison, el ego exacerbado de Pete Townsed o la fiereza en directo de Jimi Hendrix? Todos estos y muchos más iconos del rock pasaron por delante de la cámara fotográfica de Baron Wolman entre 1967 y 1970. Todo ocurrió en los sitios indicados y en las milésimas de segundo exactas. Desde el ‘summer-love’ de Haight-Ashbury de San Francisco, hasta el festival de Woodstock de 1969, pasando por los históricos conciertos que por aquellos años ofrecieron emblemas de la música moderna como The Doors, Santana o Grateful Dead, por citar sólo algunos ejemplos.
Baron Wolman. Este nombre significa historia dentro de la fotografía del rock’n’roll y quizás, así, de primeras, el susodicho no nos diga nada, pero basta con echarle un vistazo a los clicks que disparó para la recién nacida revista Rolling Stone, a finales de los 60, y sobre quien los apuntó para caer en la cuenta de que Baron Wolman es uno de los pesos pesados de la fotografía del siglo XX.
De él se dice que vio la música, y en gran parte esto es muy cierto. Baron nació en 1937 y se crió en Columbus, Ohio. Después de estudiar filosofía y alemán, trabajó para la sección de inteligencia del ejército de los Estados Unidos en el Berlín oeste, en plena guerra fría. Allí vendió su primer reportaje fotográfico, un conjunto de instantáneas en el que reflejó la vida detrás del entonces recién levantado muro de Berlín.
Terminado su periplo en el extranjero, y de vuelta a los USA, un encuentro fortuito con el joven Jann Wenner (fundador de la revista Rolling Stone con sólo 21 años) propició que Wolman se convirtiera en el primer fotógrafo jefe de la mítica publicación. Con sus fotos, Wolman fue dando forma a una iconografía visual única en la que no sólo reflejó a los artistas de una época, sino los cambios sociales y políticos que estos nuevos héroes abanderaban. Cuando habla de todas aquellas estrellas, Baron tiene muy claro que Bowie, Jagger o Johnny Cash se ganaron un sitio en la historia “no sólo por lo que cantaban, sino por su carisma”
El listado de músicos fotografiados por Baron Wolman es interminable: Janis Joplin, Jimi Hendrix, Frank Zappa, Pink Floyd, Led Zeppelin... Sin embargo, sus inquietudes artísticas, le empujaron hasta otros ámbitos del arte, y Wolman abandonó en 1970 la revista Rolling Stone. Hoy en día, cuando recuerda aquellos tiempos echa de menos la libertad de movimientos con la que entonces contaba, ¿por qué digo esto? Pues básicamente porque, por aquellos años, los reporteros gráficos tenían todo el escenario y el tiempo que duraba el concierto a su disposición para componer y encuadrar las mejores imágenes posibles, y esto hoy es prácticamente imposible desde que un grupo o artista llega a la primera línea. “Después de aquel periodo en el que éramos parte de la familia nos convertimos en verdaderos parias, nos restringieron el acceso y en ese momento el trabajo dejó de ser divertido”, dijo Wolman una vez. Triste, pero cierto.
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