Francis Bacon en el Museo del Prado. Hasta el 19 de Abril


La muestra, que se abriró al público en el Prado el pasado 3 de febrero, reúne prácticamente todas las obras fundamentales de Bacon, pintor británico de origen irlandés cuyo impactante estilo figurativo le ha convertido en uno de los artistas más originales del siglo XX. A diferencia de Londres o Nueva York donde la presencia de la obra de Bacon ha sido constante en los últimos 40 años, el artista únicamente había sido objeto de una exposición en Madrid (Fundación Juan March, 1978) hace treinta años.

Al igual que en la Tate Britain, la exposición cuenta en el Prado con un conjunto de unas sesenta pinturas, entre las que figuran composiciones singulares y dieciséis de los trípticos más importantes realizados por el artista, además de un importante material documental procedente de su taller, que muestra las fuentes de sus composiciones o sus ideas más decisivas. Las diferencias entre la selección de obras presentadas en cada una de las sedes –Londres, Madrid y Nueva York, tres ciudades de especial significación para el artista- son mínimas y motivadas fundamentalmente por motivos de conservación de algunas obras cuyo préstamo se ha restringido a las ciudades en las que se conservan habitualmente.

Mientras que otras exposiciones anteriores dedicadas a Bacon se centraron en sus obras más recientes o en la presentación de alguno de sus temas más importantes, ninguna de ellas pudo alcanzar la dimensión totalizadora que tiene la organizada ahora con motivo de su centenario, ni las posibilidades de apreciación de su pintura que confiere la distancia de su muerte, hace ya quince años. Por otra parte, en los últimos años han sido muchas las aportaciones al conocimiento de su vida y de su obra, con la aparición de numerosas fuentes seguras para sus composiciones, que se han revelado con la ordenación del ingente material grafico y bibliográfico que guardaba su taller, así como la posibilidad que ha supuesto el estudio sistemático y riguroso de su obra desarrollado también en estos años.

Desde que comenzó su carrera artística, en torno a 1946, Francis Bacon tuvo como referentes a algunos de los más importantes creadores clásicos españoles, como Velázquez y Goya. Muestra de su conexión con el primero son las variaciones que pintó a partir del Retrato del Papa Inocencio X, unos lienzos que el dublinés consideró el primer paso importante de su obra.

Pablo Picasso también influyó en quien ya se considera uno de los grandes creadores del siglo XX. El propio Bacon desveló que el malagueño había provocado de alguna manera su inclinación pictórica.

Pero la relación de Francis Bacon con nuestro país trascendió del terreno profesional. Su relación amorosa con un joven español lo llevó a viajar con frecuencia a Madrid en la segunda mitad de los ochenta. Y fue en una clínica de la capital donde ingresó, solo y enfermo, en 1992. Allí falleció el 29 de abril, a los 82 años de edad.

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